Realmente lo que hace el asistente es asociar tus acciones con el momento en que las realizas así establece una rutina que se repetirá cada día.
Aquí el problema radica en donde queda la privacidad del conductor. Estos sistemas recopilan información como el gasto de combustible, como pisamos el acelerador o dónde hemos estado y a que hora. De hecho en EEUU los coches equipan una caja negra que registra todas las actividades que llevamos a cabo. Tecnologías como Sync de Ford o ConnectedDrive de BMW han causado mucha polémica allí por el tema de privacidad. ¿Dónde se almacena esta información? ¿Se guarda de forma segura la información? ¿Puede robarse o falsearse por un robo informático?
Los fabricantes aseguran que toda la información es segura y confidencial. Pero en EEUU, en caso de que el dueño se vea envuelto en un juicio o delito, los jueces pueden requerir esa información. En Europa las medidas de protección a la privacidad son mucho más estrictas.
Pero recientemente todos hemos visto el escándalo del ‘CelebGate’ donde se filtraron multitud de fotos de famosas desnudas o el reciente caso de filtración de miles de contraseñas de Gmail o Dropbox. También estos servicios prometían seguridad pero se comprobó que de momento ningún servicio es infalible.
La tecnología va por delante de la ley. La conducción autónoma tan en boga estos días no puede llegar a la calle porque no hay marco legal. ¿Quién responde en caso de accidente? El peatón, el conductor, el fabricante.
¿Y si hackean mi coche y utilizan mi coche para cometer un delito?
Todas estas preguntas sin respuesta nos indican que vamos muy rápido y las administraciones tienen que ponerse las pilas para darlas respuesta.
Fuente: autopista.es, elaboración propia @23MarioMD